Según informó la Agencia de Noticias AhlulBayt (ABNA), La Vuelta a España 2025, una de las competiciones ciclistas más prestigiosas del mundo, iniciada el 24 de agosto en Lisboa, llegó a un final abrupto e inesperado. La etapa final, programada para el 14 de septiembre desde Alalpardo hasta el centro de Madrid, fue cancelada a unos 50 kilómetros de la meta debido a la irrupción de miles de manifestantes en apoyo a Palestina. Los organizadores no solo suspendieron la etapa, sino también la ceremonia de entrega de premios por motivos de seguridad. Este hecho, sin precedentes en la historia de la Vuelta, dejó a Jonas Vingegaard, ciclista danés, como ganador sin una celebración oficial.
Las protestas comenzaron desde las primeras etapas de la carrera. En la etapa 5, en Figueres (Cataluña), cinco personas con banderas palestinas interrumpieron la carrera y fueron detenidas. En la etapa 11, en Bilbao, los manifestantes derribaron vallas y forzaron un cambio en el recorrido. En la etapa 15, un manifestante provocó la caída de dos ciclistas y fue arrestado. En la etapa 16, un árbol cortado bloqueó el camino, lo que obligó a trasladar la meta. En la etapa 20, los manifestantes cerraron una carretera y una persona fue detenida. Estas alteraciones afectaron seis de las últimas diez etapas.
El punto álgido tuvo lugar el domingo en Madrid, cuando el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), bajo el lema “La única meta: Palestina libre”, movilizó a miles de personas en puntos clave como el Paseo del Prado, Atocha, Cibeles y Gran Vía. Los manifestantes, que derribaron vallas y corearon consignas contra la situación en Gaza, bloquearon el recorrido en rechazo al equipo Israel-Premier Tech, vinculado a las políticas de Israel. La Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (Rescop) calificó las protestas como “el mayor acto de solidaridad con Palestina en la historia de España”.
La policía, con 1.500 agentes y unidades antidisturbios, no logró contener a los manifestantes. Los enfrentamientos incluyeron lanzamiento de objetos y la respuesta policial con gases lacrimógenos y pelotas de goma, dejando 22 agentes heridos y dos personas detenidas por alteración del orden público. Tras la cancelación, los manifestantes permanecieron en las calles hasta las 20:00, enfrentándose en ocasiones a las fuerzas de seguridad.
El suceso generó una fuerte controversia política. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, elogió en Málaga a “un pueblo español que se moviliza por la justicia en Palestina” y pidió prohibir a los equipos israelíes participar en competiciones internacionales. La vicepresidenta Yolanda Díaz calificó las protestas como “un ejemplo de dignidad de España”. Sin embargo, la oposición, liderada por Alberto Núñez Feijóo (PP), acusó a Sánchez de “incitar” las protestas y provocar “un ridículo internacional”. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, responsabilizaron al presidente de los disturbios.
El ministro de Exteriores israelí, Gideon Sa’ar, tildó a Sánchez de “antisemita” y calificó la cancelación como “una vergüenza”. Los medios internacionales ofrecieron perspectivas diversas: The Guardian y Le Monde respaldaron la postura de Sánchez, mientras que The Sun y Bild describieron a los manifestantes como “violentos”. Al Jazeera destacó la solidaridad de España con Palestina.
El BDS celebró las protestas como “una gran victoria del boicot deportivo” y prometió continuar hasta “la liberación de Palestina”. Una encuesta del Instituto Elcano indica que el 82% de los españoles condena las acciones de Israel en Gaza. Vingegaard lamentó: “Todos tienen derecho a protestar, pero es una pena que afectara a nuestra carrera”. Este episodio transformó la Vuelta en un símbolo de apoyo a Palestina y avivó el debate global sobre la relación entre deporte y política.
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